
18 Ene VAMPIROS EMOCIONALES O ENERGÉTICOS (I)
“Para manipular eficazmente a la gente es necesario hacer creer a todos que nadie les manipula” (John Kenneth Galbraith)
Cuando hablamos de “vampiros energéticos o emocionales” no nos estamos refiriendo a esas criaturas surgidas de la pluma de escritores como Bram Stoker, sino a esas personas que para Albert J. Bernstein “están ahí afuera, disfrazados como gente normal hasta que sus necesidades internas los convierten en depredadores. No buscan vuestra sangre, sino vuestra energía emocional…
Al principio parecen mejores que las personas corrientes. Son brillantes, encantadores. Os caen bien, confiáis en ellos, esperáis más de ellos que de otras personas. Esperáis más, pero recibís menos y al final os capturan. Los invitáis a que entren en vuestra vida y rara vez os dais cuenta del error hasta que han desaparecido, dejándoos vacíos, las carteras vacías o, quizá, el corazón roto.
Aún entonces os preguntáis…¿serán ellos o yo?. Son ellos. Vampiros emocionales”
En muchas ocasiones, ellos mismos no saben que actúan de este modo.
CÓMO PODEMOS RECONOCERLOS?
Simplificando mucho y utilizando algunas de las tipologías del “triángulo dramático de Karpman” (del que ya hablaremos en otro post) podemos distinguir dos tipos, aunque otros autores, como Bernstein, ponen muchos más:
1. Los vampiros tipo “perseguidor o verdugo”:
- Hirientes
- Ofensivos
- Agresivos
- No se alegran de nada bueno que nos pase
- Siempre actúan “por nuestro bien”
2. Los vampiros tipo “víctima”:
- Pasivos
- Necesitan nuestra ayuda constantemente
- Intentan provocar lástima
- Se muestran solos y desvalidos
CÓMO PODEMOS ACTUAR?
Lo más importante es neutralizar “su poder”; es decir, conseguir que su actitud y comportamiento no nos convierta en sus “víctimas”, ni es sus “verdugos”. Para ello hemos de evitar, al máximo, el contacto con ellas; pero si no podemos hacerlo, debemos:
- Prepararnos mental y afectivamente, abstrayéndonos de su presencia y comportamientos.
- Conocernos bien a nosotros mismos, nuestro Propósito de Vida, nuestra forma de ser, pensar y actuar.
- Marcar los límites con claridad. Esto implica también saber qué “es mío” y qué “es de la otra persona”.
- Mantener actitudes positivas y amabilidad mediante una conversación asertiva.
- Cultivar el sentido del humor.
- Mantener nuestra autoestima sanamente elevada.
- Cultivar nuestras relaciones sociales.
Porque más allá de la anécdota, Daniel Goleman, autor del best-seller sobre la inteligencia emocional, nos asegura que el efecto que nos causan estas personas (o estos vampiros) va más allá de una molestia momentánea. De acuerdo con su libro sobre la Inteligencia Social, nuestros intercambios diarios con la pareja, los hijos, el jefe y aun con extraños, moldean la estructura física de nuestro cerebro a nivel celular; esto, a su vez, afecta todas las células del cuerpo, efectuando cambios incluso a nivel genético.
Conoces algún vampiro emocional? Reconoces alguna de estas características en algún conocido tuyo? Cómo actúas habitualmente con él/ella?
El problema es que, a veces, los vampiros somos nosotros. Sabes si tú eres un vampiro emocional? Has reconocido alguna de estas características “vampíricas” en tu forma de actuar? (continuará)
Javier Álvarez