17 Ago EL VALOR DE LA RECOMPENSA
El mundo deportivo ha estado, como no podía ser de otra manera, abducido por los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Hemos asistido a la puesta en escena y, sobre todo, hemos contemplado a atletas en competición en cada una de las pruebas olímpicas y a algunos de ellos les hemos visto subirse a un pódium para recoger una medalla. Una medalla o “el valor del éxito”.
Para llegar a recoger esta medalla, para poder saborear este momento, hay todo un trabajo previo y, para realizar este trabajo, es necesaria una motivación. Y es entonces, cuando esa medalla se convierte también en “el valor de la recompensa”.
La recompensa suele estar precedida de la motivación y es, a su vez, motivación en sí misma. Hay muchas teorías acerca de la motivación. Una de ellas indica que la motivación, como proceso, tiene varias etapas:
- Homeostasis: El organismo permanece en equilibrio.
- Estímulo: Cuando aparece genera una necesidad.
- Necesidad: Provoca un estado de tensión.
- Estado de tensión: Impulso que da lugar a un comportamiento.
- Comportamiento: Se dirige a satisfacer la necesidad.
- Satisfacción: Si se satisface el organismo retorna al estado de equilibrio.
Pérez López en 1979 determina que en la conducta de cada persona podemos distinguir tres tipos de motivación:
- Motivación Intrínseca: La persona se mueve por las consecuencias que espera se produzcan en él; sería una motivación interna.
- Motivación Extrínseca: La persona se mueve por las consecuencias que espera alcanzar. Suele ser el caso del reconocimiento de otras personas, la fama…
- Motivación Trascendente: La persona se mueve por las consecuencias que espera que produzca su acción en otro u otros sujetos presentes en el entorno (familia, amigos, ONG’s…)
En nuestras vidas y en muchos momentos del día realizamos acciones de las que esperamos una “medalla”. Depende de la visión del éxito que tengamos nos motivará para conseguirlo y ese éxito, a su vez, será nuestra recompensa.
Según la teoría de las expectativas de Vroom (1964), ampliada por Porter y Lawler ( 1968), el esfuerzo para conseguir un resultado exitoso está directamente relacionado con la posibilidad de conseguirlo y de que, una vez alcanzado, el individuo sea recompensado de tal manera que el esfuerzo realizado haya valido la pena.
Para poder subir a “tu pódium” has de mirar si tras tus acciones hay una motivación suficiente y de qué tipo de motivación se trata.
¿Cuántas horas, días, años ha estado entrenando el deportista? ¿Cuánto tiempo y cómo te entrenas para conseguir tu “medalla”?
¿Tienes claro el objetivo? ¿Sabes cómo recorrer el camino para conseguirlo de forma exitosa?
«El que no sabe donde quiere ir corre el peligro de no llegar a ninguna parte«.
Javier Álvarez