
02 Feb TE DEJAS «SECUESTRAR» HABITUALMENTE?
Nadie nos engaña tanto como nuestro propio juicio (Leonardo da Vinci)
Hace poco tiempo, viendo un concurso en la televisión, un concursante tenía que elegir a otro entre varios para retarse y alguien que estaba conmigo comentó en voz alta yo elegiría a “éste” porque estos otros tienen cara de ser más inteligentes… algunos de esos otros llevaban gafas, la mayoría iban con el pelo corto y bien peinados y tenían unos rasgos más serenos que aquel a quien mi acompañante consideraba “menos inteligente”.
Estamos hablando de lo que, en 1920, Edward L. Thorndike denominó efecto “halo” y es un sesgo cognitivo estudiado por la psicología y que hace referencia a cómo la evaluación que hacemos de una persona o una circunstancia está i
nfluenciada por juicios previos, de los que a veces ni siquiera somos conscientes y también cómo a partir de un rasgo particular de una persona o cosa, generalizamos a toda la persona, cosa o situación.
Un ejemplo típico es considerar que una persona bella además es talentosa o inteligente o la inversa, que un hombre feo puede ser malo o peligroso y menos inteligente.
En Recursos Humanos también puede producirse este “prejuicio”, este sesgo, al entrevistar a un candidato para un puesto y en muchas otras áreas también. Incluso el mundo de la justicia es susceptible a este sesgo. Muchas publicaciones se hicieron eco a mediados del año 2015 de la noticia sobre Jeremy Meeks, con 30 años y un amplio historial delictivo pero que ha pasado a ser considerado como el “preso más guapo del mundo”, incluso hay una página de fans suyas en Facebook donde una adolescente admiradora escribe: “si su corazón es una prisión, quiero que me sentencien de por vida”.
No existen hechos, sólo interpretaciones (Friedrich Nietzsche)
Pero lo más curioso de este efecto es que es difícil de modificar, aún cuando haya una evidencia contraria al (pre)juicio realizado. De hecho en muchos estudios realizados al respecto , como los de Nisbett y Willson, los participantes no reconocieron que podrían estar siendo subjetivos y parciales en sus juicios sino que, por el contrario, consideraron que eran objetivos totalmente.
Esto nos lleva más lejos y es que, por ejemplo, en algunas ocasiones podemos estar siendo manipulados por la publicidad para creer con certeza que algo es mejor que lo otro simplemente porque nos lo diga el personaje de moda de turno, o el más atractivo. Quizás es mejor un café porque lo anuncie un personaje famoso? O una colonia porque lleve el nombre de una actor famoso?
A veces puede ser que nuestro gusto conecte directamente con esa colonia o esa marca de coches… pero en otras ocasiones estamos decidiendo, según Daniel Goleman, desde “el secuestro emocional “al que se nos ha sometido utilizando este «efecto».
Hay muchas maneras de hacer frente a éste y otros de los muchos sesgos cognitivos con los que funcionamos. En primer lugar, hemos de constatar que se produce en nosotros y, a partir de ahí, podremos poner remedio.
- Eres de los que piensa que la primera impresión es la que cuenta?
- Estás convencido que ese actor o actriz que presenta un determinado producto lo hace convencido de su efectividad o piensa que es lo mejor en el mercado?
- Crees que una persona educada, amable y atractiva tiene menos riesgo de ser un peligroso criminal?
Si has respondido con sinceridad a alguna de estas 3 preguntas tan obvias es que quizás estás bajo los efectos de este sesgo.
Qué estás haciendo ya o qué vas a hacer a partir de este momento para controlar este sesgo?
Sería muy interesante que nos lo contaras.