Posted at 12:14h
in
Coaching,
PNL
Nadie nos engaña tanto como nuestro propio juicio (Leonardo da Vinci)

Hace poco tiempo, viendo un concurso en la televisión, un concursante tenía que elegir a otro entre varios para retarse y alguien que estaba conmigo comentó en voz alta yo elegiría a “éste” porque estos otros tienen cara de ser más inteligentes… algunos de esos otros llevaban gafas, la mayoría iban con el pelo corto y bien peinados y tenían unos rasgos más serenos que aquel a quien mi acompañante consideraba “menos inteligente”.
Estamos hablando de lo que, en 1920,
Edward L. Thorndike denominó
efecto “halo” y es un sesgo cognitivo estudiado por la psicología y que hace referencia a cómo la evaluación que hacemos de una persona o una circunstancia está i
nfluenciada por juicios previos, de los que a veces ni siquiera somos conscientes y también cómo a partir de un rasgo particular de una persona o cosa, generalizamos a toda la persona, cosa o situación.
Un ejemplo típico es considerar que una persona bella además es talentosa o inteligente o la inversa, que un hombre feo puede ser malo o peligroso y menos inteligente.